Padrastro acusado por atleta chilena de violación huyó a Argentina
El caso conmueve al mundo entero por la crudeza de sus declaraciones.
El padrastro de la maratonista chilena Erika Olivera, quien lo acusó de haberla violado reiteradamente entre los 5 y 17 años, huyó a Argentina horas antes de que la Fiscalía abriera una investigación sobre el caso, confirmaron fuentes policiales.
Después de la denuncia de la medallista de oro en la maratón de los Juegos Panamericanos de Toronto en 1999 y bronce en los de Santo Domingo en 2003, el caso comenzó a ser indagado por el Ministerio Público.
El fiscal de la ciudad de Puente Alto, Rodolfo Herrera, a cargo de las indagatorias, dijo que uno de los temas que debe resolver el tribunal es la prescripción del acontecimiento de acuerdo a las leyes chilenas y averiguar el paradero exacto del imputado.
La Policía de Investigaciones confirmó hoy a radio Cooperativa que el padrastro de la deportista, el pastor evangélico Ricardo Olivera Barraza, abandonó el país con destino a Argentina el domingo pasado, un día después de que la revelación de la atleta apareció en la revista 'Sábado' de El Mercurio.
Las violaciones, según la deportista, abanderada de Chile en los Juegos Olímpicos de Río, ocurrían los lunes cuando su madre salía a participar en actividades de la iglesia evangélica y ella volvía del colegio.
"Era el día más horrible. Me acuerdo caminando hacia la puerta. Estaba sonada (perdida), nada más tenía que llegar y aceptar", relató.
A los 12 años, cuando ya practicaba atletismo, Olivera le contó a su madre lo ocurrido. Luego de esto, el padrastro la obligó bajo amenazas a decirle a su mamá que era mentira lo que le había mencionado.
"Más grande, cuando ya no podía forzarme tan fácil, comenzó a funcionar como un chantaje (...) no había una semana que no pasara nada. Para ir a una carrera o salir a un entrenamiento, tenía que aceptar lo que él me decía (...), Si alguna vez oponía resistencia, no había plata para nada en la casa, no le pasaba plata a mi mamá", relató.
Recordó más adelante el día que encaró a su padrastro: "Fue muy duro, pero nunca me quebré. Le tuve que preguntar cuatro veces para que reconociera frente a sus hijos que me había violado. La última dijo 'Sí'. Optó de inmediato por irse de la casa".
Desde entonces no ha vuelto a ver a su madre, que junto a su padrastro se fueron a vivir a Pudahuel, un municipio en el otro extremo de la ciudad.
El pasado 21 de junio, Olivera recibió de manos de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, la bandera que portará en el desfile inaugural de los Juegos de Río de Janeiro.
Dos días después presentó una denuncia contra su padrastro en un cuartel policial, aunque es consciente que será difícil lograr una condena, ya que los delitos están prescritos.
EFE